Mi primer kit de setas: Psilocybe cubensis | EDABEA SL
Psilocybe cubensis
Soy usuario de setas alucinógenas (psilocibina o 4-PO-DMT) desde hace más de quince años. Durante la adolescencia las tomé con bastante asiduidad y, según fue pasando el tiempo, he ido espaciando el consumo hasta limitarlo a cuatro o cinco veces al año.
La psilocibina es, desde mi punto de vista, una de las sustancias más mágicas que nos ha regalado la naturaleza. Aunque algunos psiconautas consideran a las psilocybes un enteógeno “flojito”, en comparación a la mescalina o a alucinógenos sintéticos como la LSD, yo no estoy del todo de acuerdo.
Primero, como con cualquier sustancia, depende mucho de la dosis y del tipo de seta que consumas. En este caso voy a centrarme en la psilocybe cubensis, pues es la que conozco más en profundidad.
Aunque esta tabla no se puede extrapolar a otras personas, puede servir de referencia. Siempre hablo de psilocybes cubensis secas. Yo mido aproximadamente 1’78 m y peso 70 kg:
- 1’5 gr: un viaje suave y agradable, lleno de risas y ligeras distorsiones. Ideal para personas que nunca las han probado.
- 2’5 gr: empezamos a jugar en otra liga. Las distorsiones visuales aumentan considerablemente, así como las auditivas. Pueden producirse comportamientos compulsivos, erráticos o sin sentido. Es primordial no perder la calma y dejarse llevar.
- 3’5 gr o más: sólo para psiconautas experimentados. Pueden producirse pérdidas del “yo”. Eso que algunos psiconautas llamaron “ego”. El usuario puede “desconectar” durante periodos de tiempo que varían considerablemente de unas personas a otras y perder contacto con la realidad. Personalmente, hace mucho que no tomo estas cantidades.
Y en segundo lugar, dependerá mucho de la persona, el estado anímico, el contexto, las personas que compartan el viaje con ella, etc.
Pues bien, después de todos estos años, finalmente me decidí a cultivar un kit de mis maravillosas cubensis, y el resultado fue excelente.
PROCESO
A continuación os explico brevemente cuál fue el proceso que seguí:
- Hidraté el kit de cultivo con agua mineral. (Los kits 100% micelio no hay que hidratarlos antes de ponerlos a fructificar la primera vez)
- Saqué el envase del sustrato.
- Abrí la tapa del envase.
- Cubrí totalmente la capa superior con agua.
- Dejé que se absorbiera.
- Destapé el envase por una esquina y vacíe el agua sobrante hasta que no quedó nada.
- Cerré y ya estaba todo listo para su fructificación.
Posteriormente descubrí que no sólo hay una forma de llevar a cabo la fructificación, por lo que os propongo dos:
Fructificación en una bolsa:
- Abrí la bolsa e introduje el envase.
- Destapé el envase y guardé la tapa.
- Doblé la bolsa en la punta y la cerré con clips.
Fructificación en invernadero mini (tipo clonadores de cannabis):
- Necesité: agua mineral, termohigrómetro, mini invernadero con agujeros de ventilación y el envase de sustrato miceliado.
- Rellené el invernadero con agua.
- Saqué el envase del sustrato ya hidratado.
- Destapé el envase y guardé la tapa.
- Coloqué la tapa del invernadero con la ventilación abierta e introduje el cable del termohigrómetro dentro del invernadero.
- Condiciones adecuadas: 16 horas de luz directa, 23 a 28ºC y 70 a 90% de humedad.
A continuación os resumo lo que ocurrió durante los días posteriores:
- Sobre el noveno día comenzaron a brotar los primordios (aunque me dijeron que podría haber sido más largo).
- Cuando las setas cubrieron prácticamente toda la superficie del kit realicé la primera cosecha, a las dos semanas de comenzar el proceso aproximadamente (no conviene que las copas se abran y liberen esporas en el cultivo si se quiere refructificar):
- Necesité: pulverizador con agua, recipiente donde colocar las setas cortadas y un par de guantes de látex esterilizados.
- Destapé el invernadero y coloqué el recipiente donde debemos poner las setas cosechadas.
- Agarré las setas por la base y giré, desprendiendo la seta del sustrato.
- Hice lo mismo con todo el kit.
- Para refructificar, una vez que el kit está limpio, volví a rehidratar con el pulverizador y repetí todo el proceso (la cosecha o cosechas venideras fueron menos abundantes).
Antes de terminar, me gustaría dejar claro que en este artículo sólo narro mi experiencia personal y en ningún momento animo al lector a llevar a cabo estas prácticas.
Lo que sí resulta fundamental es realizar una labor de control de riesgos en lo que respecta a estas sustancias y tener muy en cuenta qué son, cómo funcionan y los peligros que conllevan. Algunos científicos han advertido, pese a que no existe una conexión directa entre los diferentes trastornos psiquiátricos y los enteógenos, que estas sustancias pueden operar como un detonador de una patología latente. La sustancia no provoca esquizofrenia, por ejemplo, pero puede actuar como detonador, de la misma forma que lo hacen las experiencias traumáticas.
No cabe la menor duda de que, cuando una persona decide tomar un enteógeno, sea cual sea, lo mejor que puede hacer es informarse.
Artículo de Germán Carrera