Todo sobre la Salvia divinorum | EDABEA
La planta Mexicana
La Salvia Divinorum es una planta de origen mexicano, también denominada “hierba de los dioses”, “hierba María”, “ska pastora” o “ska María”. Históricamente, adquirió fama en Occidente asociada a los rituales de adivinación chamánicos, en que la planta era consumida en infusiones. A lo largo de la historia se ha utilizado como analgésico (alivio de dolores de cabeza), o para tratar la anemia y el reumatismo.
El principio activo de la salvia es la salvinorina-A, que provoca fuertes alucinaciones. También contiene otros compuestos como la salvinorina-B (no psicoactiva), la divinorina-C (que potencia los efectos del principio activo) y loliolide (repele hormigas). No es un alcaloide, no contiene nitrógeno y se ha descubierto que es agonista de los receptores opioides kappa (que producen sedación y analgesia espinal).
La salvia tiene distintos modos de consumo. Al modo tradicional, puede infusionarse su hoja o ser mascada. En caso de masticarse, los efectos comenzarán a producirse a los 30 minutos de su ingesta y pueden mantenerse más de 60 minutos. Sin embargo, la opción que se ha vuelto más popular, tanto en Europa como en los EE.UU., es fumar la hoja secada de salvia o los extractos (ya comercializados en distintos grados de concentración). En este caso, su consumo se realiza en pipa de agua combustionada a soplete (necesita una temperatura muy alta para la vaporización) y los efectos, que comienzan pocos segundos después, decaen a los pocos minutos.
EXPERIENCIAS PERSONALES (Trip Report)
Primera experiencia
La primera vez que probé la Salvia, ésta era de 5x. Un amigo me había hablado de ella, especialmente de sus propiedades psicoactivas. No obstante, al ser el primer contacto preferí elegir la menor concentración de extracto que, según me había informado, sólo me llevaría a unas risas y, si acaso, a algunas distorsiones visuales. Fumada en bong, pocos segundos después de haber inhalado su humo, comencé a reírme. A pesar del gusto del humo, que no me resultó nada agradable, las carcajadas fueron aumentando hasta convertirse en ataque de risa completo. Recuerdo sentir cómo parecía que mi sonrisa estuviera clavada en mi cara. Incluso cuando la conversación que manteníamos no invitara al carcajeo, yo notaba las comisuras de los labios rígidas y no podía parar de sonreír, hasta cuando ya no reía. Fue una experiencia muy agradable, para llorar de la risa.
Segunda experiencia
La segunda vez fui más atrevida y me arriesgué con salvia 20x. En este caso, la experiencia fue muy diferente, mucho más seria. Además, estuve acompañada por un amigo sobrio que pudiera tranquilizarme y guiarme en caso de experimentar un mal viaje. Nuevamente consumida en bong, los primeros segundos se hicieron difíciles porque el humo me irritó la garganta y la irritación se introdujo en mi viaje como una variable más. De repente, sentí cómo comenzaba a dar vueltas en una centrifugadora que me parecía gigante, tan gigante como el mundo que habitamos. Esa montaña rusa desdibujó la habitación en que me encontraba, que también pareció girar conmigo en colores que se deshacían en luz. Cuando volví a adquirir una visión normal de la habitación, sentía haber vivido una experiencia extraña que podía narrar con total lucidez. Sin embargo, mi vuelta a la realidad no había sido completa, pues aún no recordaba haber consumido salvia. Pocos minutos después de mis narraciones poco coherentes de la experiencia, comencé a bajar y comprender lo que había sucedido. Me había levantado del sofá en reiteradas ocasiones (menos mal que estaba bajo la supervisión de una persona sobria) y mi cuerpo parecía haber vivido un sueño muy real. Esto, quizá, fue lo que más me asustó: el viaje de salvia es tan incontrolable como un sueño, pues abre esa puerta al mundo onírico (sin lógica aparente), mientras mantienes la consciencia.
Artículo de Nina Slick